miércoles, 7 de septiembre de 2011

UNA CUCARACHA EN EL BAR


Un cascabel entro en mi cuerpo
Y su veneno te enveneno...
Yo dormía entre dos mujeres, una hermana de la otra aunque no lo aparentaban, ¿Y cómo es que dormía con ellas? Exactamente no los sé, tampoco me inquietaba la idea de hacer algo con las dos, no era alquimista, ni era mago, mucho menos mujeriego, sólo entraba en la cama con poca ropa y me acomodaba entre las dos.
Dicen que se llamaba Luisa, obviamente el nombre no me indicaba nada, la cara con aroma a palabras estúpidas y esos ojos pequeños ajustaban una idea de lo que Luisa iba hacer para mi, meses después: una mujercita que ondulaba en la vida con mordaz atadura a trabajos forzados que venían y luego se iban, tal vez motivo suficiente para tropezarme y tras ardua diligencia entrometerme con su cuerpo casi de hombre, casi de animal. Aquella vez tuve que navegar de sur a norte ante un sol sofocante y ante un calor hecho sudor, trabaje con el viento a mi favor tanteando con mis manos el mar que se hacía cálido y a la vez agresivo, fue entonces que en la zozobra de mi popa sus aguas salinas se confundieron con el gusto de saborear el deleite de sus puntos, de sus ángulos, de las curvas quemantes, de chapuzones y buceos en una carnada vibrante y ahí nos encontramos a gritos bajos, a chillidos.
Después de esa noche, las cosas cambiaron, su carácter me terminó confundiendo, su carajo se mezclaba con mí guapeo interno en aquellas noches donde la trituraba cuando su posición no era la adecuada y su daga me hinchaba las pupilas de pasión. Debo confesar que nunca pude amar a Luisa, los hechos lo demostraron después cuando llegó a nuestra vidas Lorena, ella era la niña vivaz, la ignorante, la perjudicada por la tela a cuadros que cubría sus piernas, aquella tela que volaba a discreción de su cintura, aquella tela que pude agarrar con todo aquello que formaba, las escaramuzas que brindábamos a las espaldas de Luisa en un determinado momento no pasaban de inocentes agarres a serios chapes, lo cual ya me preocupaba por el dilema de una película a doble función; a Lorena tampoco la amé en el sentido cabal que representa esa palabra, la disfruté a siniestra, a verbo pendejo, no importaba su pubertad, su madre a punto de morir, su padrasto o aquél huevon que lo buscaba porque a final de cuentas era mía y de todo el pueblo; y hablando de cuentas, estas fueron apremiantes al final de una temporada donde yo era estudiante y donde ya no tenía donde dormir, más que cobijarme en un deposito.
Yo no era un vago, vagabundo tampoco, mucho menos fornicador o como Bukoski dice: “follador no soy” sólo un pretexto y un detalle de la sociedad que me hizo así. Estudiaba Matemáticas y Física en aulas vetustas con docentes que tenían pantalones de tela polystel, decían ellos: “...que esto no es el colegio, es la Universidad”, a voz baja que ni yo lo escuchaba. Mi profesor de álgebra abstracta me hizo volar y no deje de volar aquel semestre ni el siguiente cuando lleve un curso con el futuro rector de la universidad, eran unos viajes que superaban la grifa o el pasto barato, olor a tiza a rancio cigarrillo, a miradas asustadas por temor a aterrizar, a cogerse de los asientos, ajustarse los cinturones de seguridad y escuchar a través de los anunciadores: estamos arribando a nuestro destino: Análisis Matemático.
Estuve tres años en el asunto cuántico, el electromagnetismo, el análisis real y metí la pata muchas veces al no hacer caso a los anunciadores, terminaba estrellado, volcado como camión en rutas serranas, herido por la presión de los teoremas, de los espacios topológicos, del límite que terminaba en integrales y operadores haciendo de mí un peón de la termodinámica y cosas así hasta que no aguante y zafe a la calle, al empleo y a Luisa y Lorena las conocí y sólito me cague.
El día que navegue en el cuerpo de Luisa, era un vil costo social, una enmienda del párrafo abierto, trabajábamos en un hostal donde supuestamente yo era el administrador, sin embargo yo administraba cada rincón del cuerpo de Luisa, cada piecita de su piel me era entregado en cada rincón en cada cuarto, en cada cama, ahí la conocí a ciencia cierta, ahí dejé las matemáticas y la física, ahí entramos a joder el tiempo y a decir que administrábamos el hostal, el personal, los pisos, los baños, a eso llamábamos funcionar en cualquier lugar, dejé mis pasiones empotradas en las paredes de ese hostal, mis objetivos de vivir, mis emprendimientos de capitalista, todo se fue en ese puto hostal. De la Universidad ya me había olvidado y de mis amigos sólo el recuerdo brillaba cuando aparecían por el hostal, que por supuesto esta demás decir que no sabían nada, menos que yo funcionaba todos los días con Luisa a quién ni le prometí amor, ni le prometí el oro del mundo, sólo agarrábamos y punto.
Pasaron varios meses y me dio ganas de estudiar, así que decidí volver a la Universidad, esta vez a otra facultad, no más a las Matemáticas, ahora deseaba estudiar Negocios, conocer el mundo de los negocios, el mundo cultural, el tiempo libre y el excedente económico, eso llego a mi tan igual como llegó Lorena, con el desliz de los vientos, con la risita pendeja y el cabello a medio maltratar, buscando respuestas de academia, pisando cuadrados de ironía, donde se encontraba con cuanto pendejo se le cruzaba en el camino. Era de esperar porque yo esperé, ingresé a la Universidad y zafé del hostal para irme a vivir a un cuarto junto a Luisa y Lorena, creo que fui un idiota al aceptar eso, porque tuve que trabajar a doble ritmo. A Luisa como siempre la calateaba cuando Lorena estaba en el colegio y entrábamos en salsa picante hasta bien entrada la tarde cuando volvía Lorena, ahí fue donde no pude navegar con dos flotas, tenía que hacer la finta y quedarme con Lorena por cualquier motivo, en un principio la invite a sentarse junto a mi, hablando de Algebra o Química no recuerdo bien, las sonrisas venían y las manos empezaron a tallar, la incline muy suavemente en lo ancho de la cama, mientras mordía delicadamente su cuello desnudo, busque desesperadamente el botón de su pantalón y al encontrarlo lo zafe de su lugar para luego proceder con el sierre, baje despacio mientras cambiaba los mordiscos hacia el contorno de su quijada, sentía sus manos asustadas entre mis brazos y no le di importancia porque así es este asunto, continúe en la lucha por zafar ese pantalón de su lugar y lo zafé poco a poco, me encontraba con la flor a piel caliente, latiendo a mil por hora, tocaba sus piernas muy despacio y sentía no sé qué, fue en esos momentos que atrapé sus labios a punta de besos y yo ya estaba encima de ella como ave carroña a su presa, sentí todo su ser en mi alma, la niña viviendo como mujer, deslice su interior en lo profundo del vacío y la fui consumiendo como fuego voraz, a ritmos básicos, taciturnos y moribundos. Días después las escenas se repetían con regular intensidad, utilizaba el mismo verbo y conjeturaba promiscuas ideas de holgazán, todo iba viento en popa, hasta que me traslade a otro barrio y decidí abandonar la putería. Todo tenía que cambiar, casa nueva, gente nueva, barrio nuevo y vida nueva, pero no fue así, porque la cojuda de Lorena seguía viniendo y quería que se le siga aplicando cierta dosis de droga sexual, yo tenía que hacer malabares para no sacrificarme en las piernas de esta ninfómana, pero no podía, caía ahogado en el mar de sus encantos, en aquellas playas de inhóspitos lugares, desafiando a los vecinos, a los barcos mercantes, al periscopio del capitán, para caer atado a su tapar lleno de comida, a sus esperas de dos a tres horas junto a la lluvia, no sé que le daba de interesante a esta situación, si Lorena no era más que una joven sin dinero, sin sencillez ni poca vergüenza, ajustada a la puta sociedad que ni lo vio nacer, porque ella nació en el campo, al lado de grillos y luciérnagas, donde crece el mango y la naranja, ése era el sitio ideal para seguir su vida, sin embargo Lorena no lo quiso así, se vino para la ciudad y empezó a fornicar conmigo a morir hasta que conoció a otros pendejos y poco a poco se fue alejando de mi.
Y a todo esto que decía Luisa, esta mierda aparentaba no saber nada ya que por lo general siempre estaba fuera de la ciudad, yo sabía que fechas volvía y planeaba todo para lograr una encamada perfecta, al son de las velas, de la música y de un verbo barato; yo proseguía con mi estrategia y poco a poco cedía, le desataba el pasador del zapatito izquierdo, luego del derecho y así sucesivamente llegaba hasta sus tetitas que brillaban a mis ojos y que decían a mis dientes muerdeme. Muchas veces gritaba esta flaca por el placer que le causaba mi jugueteo con sus tetitas pero en otras ocasiones ni importancia le daba, y eso era lo que me llegaba altamente, decía siempre “tu eres mi hombre” mientras la tenía entre el cielo y el infierno, terminada la fiesta la muy pendeja daba rienda suelta a su vida cotidiana, a sus gringos que ya había conocido y a los celos que estaban bien fundados porque así nomás llegaron los días en que tuve que dormir con ambas mujeres.
Era yo un visitante nocturno que dejaba pasar las horas para decir: “me quedaré a dormir porque me pueden asaltar” y ellas decían: “quédate”, así fue como entre en aquella cama y pude al fin agarrar, dos piernas diferentes y dos situaciones ambivalentes. No podía dormir, porque mientras volteaba ahí estaba la oportunidad de pecar y bueno pecaba con audacia, media vuelta después y el pecado ya era comida de cada día. Despertaba y decía “que mierda estoy haciendo, esto no sucede ni en las grandes familias”, total aquí no había amor. Ellas decían no saber nada; semanas después la cojuda de Lorena ya no me daba pelota y la puta de Luisa estaba saliendo con un Alemán, la mande a la mierda, porque conocí a Linda, ella sí me desubicó, en ella vi a la mujer de mi vida, a la madre de mis hijos, estuve prendado desde aquél día que entre al restaurante donde trabajaba como cocinera, como empleada explotada, pero para mi era mi diosa, la mujer encarnada a mis costumbres, su cabello ralo, delgado figuraban en mis sueños, sus labios finos y rojitos soplaban un elixir místico, hipnotizaba mi cuchara contenida de ravioles, de legumbres, de idioteces azucaradas que viajaban en mi cuerpo como corriente eléctrica, cuando mis ojos sólo lo observaban. Aquél detalle del cucharón, del fuego azul y del mandil a cuadros, no podía apartármelo de mi mente, encajaban en él como ladrillo a la pared.
Linda era relinda, aquella piel blanca, aquél lunar cerca al labio superior me eran posesionantes, magia de querer amar o violar, a Linda le tuve que entrar en conversación mediante papelitos, panfletos de chiquillos templados, que ella fue aceptando... se había enamorado de mi y yo que era un feo de mierda, un flaco wañu-wañu, no sé que encontró en mi porque yo ni le dije que era sabio o ajedrecista. Entramos en contacto gracias a su cuñada, eso significaba que Linda tenía su machete y yo iba a ser el amante o el terciador, el punto equidistante del triángulo que se iba a crear y para Navidad el triángulo se formó a punta de lágrimas y caricias. La primera vez que le zampé un beso fue en su propio cuarto, en ese momento queríamos arremeter con el tiempo, el cielo, la mierda, deseábamos destruirnos o paletearnos a no poder, pero esto era infidelidad en su propio hogar, burla al futuro marido que no era yo, sino un pobre huevon que era taxista, él era el cachudo, el cornudo y yo era el que se la manejaba, el que le daba amor a siniestra, el que deseaba empujarla a su cama y decirle acá lo haremos para que mejor me recuerdes y dejes a ese cabrón y después zafemos de este lugar, de este pueblo y mandemos a la mierda a todos porque lo nuestro es amor y nada más que amor.
Y no fue así porque Linda era delicada, muy discreta para decidir si cambiaba el ritmo de su vida o no, así que la pasamos bien durante todo el Verano hasta que la puta de Luisa se apareció un día en mi cuarto y me dijo acompáñame a mi casa y yo lo acompañe para meterme en su cama y rebuscar lo perdido, nos dispusimos a enmendar errores, decirnos que si, que no, que la vida es así, pero eso era falso porque lo único que deseábamos era meternos unos agarres y nada más, así que yo iba en serio con Linda y con Luisa le sacaba la vuelta como un puto ordinario, que buenos tiempos aquellos, darme por entero a una persona, pensar en ella, sentir que la amaba, pero al final esto no funcionó porque Linda no podía separarse del pata ése, lo amaba y la relación de nosotros iba cayendo como torre de iglesia en pleno terremoto. Linda me dejó y parte de mi corazón se fue con ella, me lo arrebató sin que yo pudiera hacer algo. Así que decidí buscar consuelo y volví con la mierda de Luisa y nomás se aumento como yapa la tal Lorena, me volví a perder entre estas dos criaturas y a mi Linda ya no la busque porque me rechazó en reiteradas oportunidades, no me odiaba sino que lo nuestro no podía ser, porque ella estaba embarazada.... Dice que iba a tener un bebe del huevon ése y yo dije espero que seas feliz y ahí nos vimos, chao.
Volví a las andadas de siempre, a Linda me costo perderla, unos tragos tras otro, lagrimas, cantos, ¡qué no escribía por ella! Pensaba que la tenía a mi lado pero era falso porque estaba con su marido y yo con la realidad de enfrentar noches tristes, y como un clavo saca a otro, me volví a entregar a aquél mar inestable, a aquella piel tenue, a sentir que Lorena me iba dejando como perro mojado por la lluvia y que Luisa se hacía una vez más la cojuda hasta que al final quede sólo, no tenía suerte con nadie y mis recuerdos fueron entregados a Linda. La soledad que arremetía cuando estaba con una multitud, con un bullicio excesivo mientras yo estaba perdido en mis encuentros con Linda, en aquellos días en que engañábamos a la vida y total yo la amaba y solamente era un agarre para ella, eso es lo que más pica me daba.
Recuerdo entonces que estaba pagando la factura de tanta putería, estar simultáneamente con cuatro personas no era para un galán mucho menos para un santo y así dicen que me pueden dar clases, que clases me darían esos cabrones...
Así fue que apareció Katy, pero con ella solamente avance hasta las tetitas, aquellas que parecían de mamá, le di un beso mientras estabamos en un trabajo de investigación, me atracó y no duramos ni un mes porque me salió con la misma cantaleta que todas: amaba a otro y una vez más caí en la porquería de siempre, que mala suerte tengo, así que a la mierda con Luisa, con Lorena, con Linda con Katy. Me quede sólo y empecé a recordar. Mi vida fue constantemente un circuito de pasajes, de volver atrás para disfrutar y fue cuando Linda me estropeó todo y me dejo estúpido, no quise recordar por mucho tiempo y así me fui alejando de todo, de aquellas caricias tiernas encegadas de calor, de tanta ternura, de aquellos ojitos que iban de negro a color cielo nocturno que dicho sea de paso me dejaban desorbitados entre la maleza de un bosque y la intriga de tanto chisme. Aquella vez que me empapo de besos, de sentir su piel cuando el infierno estaba detrás de la puerta, de creer que yo la amaba porque eso era lo que sentía, los días que después fueron meses y sus besos que después fueron droga para mi, entender que éramos mundos diferentes como niños de siete años al son del amor inocente diciéndole ¿Porqué no nos vamos? Y ella que me contestaba....
- Salud carajo, entonces toma un trago que la vida tiene sorpresas, sorpresas tiene la vida... Y la chupa continuaba...
Y ella seguía dentro de mí hasta que la mierda de Luisa me dijo que se había encontrado con su alemán y terminé por joderme completamente. Así que lloré como un cojudo durante varios años y dije ¿Qué mierda es el amor?
Y ahora que lo pienso bien, amar no es Amar como lo entendemos nosotros los varones, hijos adorables, casa, dinero, felicidad, amantes, besos perdidos, tragos, chapes de la mierda, llantos, carajos, basura, perros, ja ja ja, ji ji ji, etc, etc...
Amar es.....
- ¡Oye ya no jodas con tu historia y sigue chupando ya!
- Salud mierda
Y yo dije
- Salud mierda aunque mal paguen
Y comenzamos a cantar en coro


Espero que tu amor
Presienta que aún estoy
Enamorado yo de ti
Una vez más

En silencio te amaré
Escondido en un rincón
Aunque no existe entre los dos
Algo que es amor

Y me quiero enamorar
Una vez más
No puedo creer que yo de ti
Y fue ahí donde la cague
Aún sigo enamorado...

- Oye que mierda te pasó, esas no son las letras,
- Este huevon carajo ya se va a poner a moquear, ¿Para que lo traes...?
- Es que pensé que ya estaba en onda,
- Cual onda cojudo, mira ya esta en las mismas,
- A la mierda nos cago la chupa, imagínate si hubiésemos traído hembritas... No, con hembritas es otra nota,
- ¡Cual otra nota!, mira ya esta hecho,
- ¿Qué esta haciendo?
- Esta buscando el número telefónico,
- Que ¿no dirás que la va a llamar?
- Más bien dirás a cuantas piensa llamar... pero al final no llama a nadie.
- Y yo dije mientras observaba y señalaba: Oigan miren una cucaracha en el bar
- Y todos se cagaron de risa, no serás tú....

Willkanina 1999

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