miércoles, 7 de septiembre de 2011

CORRIENTE ABAJO



¿Qué piensas?
Cuando amanecer es costumbre, cuando anochecer es un suspiro arrancado a un joven sentado, observando que el día se va como aguas de un río corriente abajo.
Cuando el día es imposible, cuando la noche es incomprensible para el idiota que ama y se pierde en un abismo de recuerdos como humo que sale de una chimenea al cielo infinito.
Entonces una pregunta aparece volando y te dice:
¿Cuanto amas a esa mujer?
Y las respuestas se dan, continuas, sempiternas, cariñosas, muchas de ellas con llanto inesperado, otras con lagrimas aletargadas, confusas y taciturnas. Sin embargo todo esta claro.
Yo amo a Linda, yo adoro a Linda, yo sueño con Linda...
El octavo ciclo en la Universidad, el inestable lugar donde habitaba y la inexplicable relación con mi hermano ayudaban a coadyuvar una línea de objetivos que me había planteado, es obvio hacer hincapié que Linda no estaba entre mis objetivos principales, ni tampoco en los objetivos secundarios, todo lo que supuestamente estaba planeado y todo lo que yo decía que era correcto no encajaban con Linda, porque ella no existía, ella no debía ser y nunca debió cruzarse en mi camino, pero apareció como el destino hace el futuro, como el arco iris después de la lluvia, y yo no pude evitarlo por más que deseé.
El día que la vi no me enamore al instante como todos dicen o añoran decir. Yo seré más sincero y les diré que me encanto su rostro, era casi perfecto, legible a una sonrisa inexacta, apacible e impredecible a una mirada bella, aquél día me gusto más por su faz que por su cabello negro digámoslo en términos de impacto. El deseo de aplacar un beso a aquellos labios, más no fue así, era otra deliciosa idea que a mi se me había ocurrido, y no debo negar que la combinación de gestos me llego a derretir como hielo al fuego rojo.
¿Dónde la conocí?
En un restaurante de cinco o seis mesas, entre una calle poco transitada y acurrucada de problemas. Un paradero de combis en la esquina y en la otra, un vertedero de agua de manante o agua reciclada de la fabrica de yogurt. La entrada al restaurante debía tener una caída en una grada porque yo lo sentí así, caí a un mar de problemas y entre a un bosque de misterios, de voces sueltas y de líos armados. No encontré escándalos al inicio, al margen del apetito abierto que sentía a las doce del medio día y que incidía en mi a realizar un arreglo de mis atuendos, de mi supuesta personalidad y luego avanzar con paso uniforme rumbo al lugar donde la conocí y la imagine con escándalo. Es bueno aclarar que yo estaba pensionado en aquél restaurante junto con mi hermano, cinco meses, tal vez seis meses, suficiente tiempo para inclinarnos a epopeyas tristes y aventuras desesperadas, muchas de ellas en base al instinto femenino y a la libertad que el amor concedió a estos polluelos como nosotros.
¿Qué nos enamoramos Linda y Yo?
Es una pregunta que ni se pregunta señor. Yo me enamoré de Linda cuando ella me observaba más de un minuto, cuando sus labios pronunciaban palabras y sus manos dibujaban un lento despertar de movimientos. Debo confesar que sus ojos me intrigaron respeto pero por ellos no me enamoré, sino por ellos la empece a amar, crecía un amor a pulso y ritmos de un corazón que temblaba cuando su presencia cercana a la mía hacía un todo coherente, una energía disipada por la fricción del amor, un amor que te explica ¿Porqué debes amar? Un amor que te implora felicidad junto a ella. A Linda la deseaba en los sueños más patéticos y tiernos, deseaba arrancarle la blusa, la fachada de niña hecha mujer, concedía en mis pensamientos el revoloteó de nuestros cuerpos en el cielo azul, al aire libre como globos que suben arriba, y así como alucinaba, así ella me empezó a besar, una caricia parsimoniosa, unos besos vagabundos, el sentir su figura chiquita, pegadita y acicicaladita me hicieron perder los papeles y la abrace como quién encuentra a alguien después de mucho tiempo e invita a tomar una copa, una copa que brinde en los bordes de los labios de Linda, un brindis de pasión sepultados cada segundo después de las tres de la tarde del Domingo que nos empezamos a desear.
En términos reales, nos estabamos enamorandos, lo creí yo porque lo sentía, y mi ilusión fue creer que ella también correspondía a mis sentimientos. Me puse a pensar entonces que de repente todo era una ilusión como les dije antes, lo más probable es que yo fuera un agarre en palabras informales, un pasa tiempo reiterativo de tantas personas que habrían estado con Linda, uno más del montón de enamorados que habría tenido y me puse triste de creer que mi felicidad durará tan poco. Sin embargo me equivoqué porque Linda si me quería, me deseaba como yo lo deseaba a ella. Aquél Domingo atareado en el segundo piso de iconoclastas formas que había adoptado aquella casa; la vi junto al dispensario, junto a las escalinatas que daban vuelta a través de lugares que se hacían oscuros porque la idiosincrasia de la colonia apunto en los arquitectos de aquella época a tener el regocijo y el timbre para no adornar las construcciones, la vi junto a los balcones apagados por el tiempo, derritiendo bellos momentos, de miradas perdidas al horizonte, de losetas encuadradas en patios que sabe Dios que no ando por ahí. En aquellos ambientes, vivía momentos de emoción una Linda niña que me contó con lagrimas en los ojos el transcurso del tiempo, de su vida, de las mañanas de desayuno, de las tardes de pasión, de las noches de escuela y en aquél cuarto dividido por la trascendencia de nuestro hábitat, con cortinas que prendían de lado derecho superior atravesando una tercera parte del lugar más grande, donde en la parte interior un sublime micro ambiente guardaba el lugar de Linda, donde los muebles jugaban a querer dar el aspecto de una sala, formas cuadradas en piso de madera, con piezas cubre toldas color azulino, una ventana cuyo punto focal se estrellaba con las casas lejanas del cerro enfrente. Un pedazo de la ciudad parecía crecer y apiñarse cuando el observador atento era inquietado por la tranquilidad de techos árabes y el bullicio de niños corriendo en el colegio continuo a la casa de la calle colonial, en aquél lugar yo la vi y en aquél lugar ella aparentaba vivir. En ese lugar nos trasmitimos emocionantes besos que fueron estancados por una joven, en ese lugar comprendí que Linda perdía el tiempo y el futuro. Me enamoré de Linda y los días continuaron explicándome cada vez más de ella, comprendí que trabajaba, que realizaba funciones de ama de casa, que atendía un niño que no era el suyo, que atendía un restaurante que no era el suyo y a una señora que no era su mamá.
Yo continuaba leyendo "Caballo de Troya", "Operación Jesucristo" por las dudas que circundaban en mi cabeza con respecto a Jesús, me inclinaba a viajes de estudio con mis compañeros y realizaba trabajos para los docentes sin mucho ímpetu porque la idea de Linda daba vueltas como paloma en un atardecer. Era evidente que en la Universidad también existían mujeres pero esas mujeres no llevaban el detonante que Linda tenía. La incertidumbre que la vida te enseña, era para mis compañeras una inexistencia porque ellas supuestamente se esforzaban por ser algo en la vida, y cada vez que escuchaba una alegoría al respecto yo entraba en risa, en shock o en corto circuito de incredulidad, la realidad era que ellas y ellos vivían de papito y mamita y algunos del estúpido trabajito. Yo no iba con ellos con el deseo de ser algo en la vida, porque eso de ser algo en la vida, el destino lo depara a uno, el contexto de tus acciones crea un conjunto de formas que hacen que te hagas cada día un ente social, y hablando estúpidamente, uno busca el dinero de cualquier forma, si lo tienes que hacer con un titulo en la mano o sin un titulo, a final de cuantas buscas lo mismo.
Linda creaba su imagen de ser social cuando no sabiendo ahuyentar los malos espíritus, recibía parte de la carga de una familia con mucho espíritu de vida. Otra de las confesiones que creo debe estar puesta aquí es el hecho de la psicología perceptiva, los tentáculos fraternales de gentes que no era su familia habían creado mella en la fácil y asequible cabezita de Linda, no era para menos y a pesar de todo yo lo amaba. Mi Linda pareció haber luchado por algo inconmensurable, supremo, vital, yo no lo sabía hasta mucho después y eso si había que admirarlo, había que tenerlo presente.
Mientras yo entraba en crisis escolástica, perdido en libros de Filosofía, muchas veces atrapado sin Dios y luego de haber dejado todo por Linda, haber encontrado con ella lo inmisericordioso, lo tedioso, el susurro de sentir sus manos, me enteré que yo no era un agarre o algo por el estilo, sino iba a ser el otro, el amante fugaz, el que daba regocijo y ternura y no se que cosas más.
Nuestra relación tomo un giro inesperado, Linda amaba a dos personas, me lo dijo llorando y yo me arrime al palo más viejo de mis ideales, ¿Qué debemos hacer en esta situación? ¿Nos debemos ir? Se me ocurrió conquistarla hasta que se olvidase del tipo pero fue una decisión un poquito estúpida. Luchaba con desventaja, en desigualdad de condiciones porqué él dormía con ella, lo más probable es que hicieran el amor día a día, hora tras hora como lechuzas que no respetan la noche, tal vez soñando conmigo un cuarto de hora; eso si era una gran desventaja, sin contar con una relación de muchos años atrás, de peleas a punta de verbo incoloro, de carajos y mierdas como muy bien lo conoce Linda. En palabras llanas, Linda ya tenía un marido y un amante, ¡Y qué tenía yo!. Supongo que a Linda sobre todas las cosas. A Linda con besos escondidos de día, con caricias que no podían ser pero que fueron.
Reflexioné durante las noches que siguieron; abundantes ideas me amenazaron y me indicaban: ¿Qué huevada haces? Esto no puede ser, la razón no te acompaña, y la razón no me acompañó por más que intervino en mi el síntoma del desafío cálido de las montañas de artículos que había publicado para tal o cual revista, Mi revista propia, mis debates encendidos en las clases de Historia, mi candidatura al Centro Federado, mis juergas en Quillabamba, Puno, Waqrapukara, Checcacupe, Machupicchu, Paucartambo, Qoyllority, mis primeros cuentos de crónicas Universitarias, inclusive el haber dormido en el hombro de mi muy buena compañera y luego en sus piernas delicadas y gorditas, nada de eso pudo impedir que me perdiera en los besos de Linda. Asimile la idea de continuar con la relación ayudado por los paseos a lugares inhóspitos, caminatas de bienaventura, de encuentros inexplicables, de salidas de Domingo como costumbre de trabajador que escapa a la rutina laboral y mendiga soñolientas ideas de sexo rápido o de tragos encubados en bares que destapan cojudezas. No debo dejar de lado el cansancio del baile aunque nunca baile con Linda por más que lo quise hacer en la fiesta de año nuevo. Ella prefirió a él, según ella se entendían a las mil maravillas, así como yo me entendía a las dos mil maravillas con el juego de Ajedrez. Debo reconocer que aquella noche estaba hermosa, hermosa para todos inclusive para mi, fue ahí donde comprendí que luchaba contra viento y marea, contra un volcán que erupcionaba y que no había agua alrededor de tanta lava que hería e incrustaba el terreno que yo era. Entendi que Linda aceptaba mi amor a costa de que yo acepte que ella estaba con ese tipo, que dicho sea de paso merece una nota retratable, una nota que implique conciencia amorosa; debemos suponer querido amigo que el era un joven simpático, aunque debo ser optimista con mi escala estética, soy muy malo para apreciar un buen partido, un buen cuero como las flacas dicen. Alto, bonachón, por el aire que respiraba podríamos atrevernos a decir que poco le importaba la gente común, eso significaba una actividad poco social y mucho menos cultural, claro que no debo ser tan malo tratándolo de bestia porque no lo era, había que reconocer que a pesar de ser un flaco guapetón no había pasta de cerebro activo para preguntarse el porqué de las cosas, excepto; el porque de las mujeres que creo si lo manejaba bien, incluyendo por supuesto el amor a raja tabla que sentía por Linda, y que yo lo envidiaba más que todo por llegar tarde y conocerla a destiempo. Sacando conclusiones alentadoras podría decir que el supuesto tipillo haría feliz a Linda, por lo que yo tendría que empezar a olvidarla.
La fiesta de año nuevo fue en el mismo restaurante, con serpentina y juego de luces incluido, falto el cotillón y el caldo de gallina que yo no probé porque me arranque a horas indiscretas. Se había acomodado una pista de baile, y los amigos y extraños aparecieron uno tras otro, y pensar que yo había rechazado varias invitaciones de mis compañeros de la Universidad, otras bombas que de hecho habrán estado buenazas, sin embargo; yo vivía la fiesta a lado de Linda y de su futuro esposo que no era yo, mi hermano me acompañaba por huevear, también se apuntaron algunos amigos menos tratables y algunas flacas que no quise predecir que futuro les depararía para con los hombres...
Cuando llego el tiempo de viajar a Lima, interrumpido con frecuencia por el devenir de mis actitudes, ya había terminado para entonces la lectura de los "Cuadernos de Don Rigoberto", "Amor en tiempos de Cólera" y "Del Amor y Otros Demonios", estas obras fueron carta blanca para mi, porque aprendí a crear esquemas de trabajo literario del cual no me arrepiento y al cual debo agradecer. Mis versos no eran buenos mucho menos mis cartas y poemas, era la hora de la narrativa, el ensayo, la investigación, así que encontré algo positivo y todo tenía que ver con el giro de mi vida. Aceptar ser parte de una relación triangulada por el amanecer junto a alguien como lo era para Linda y el despertar mío que era la soledad completa con la imagen de Linda y Yo empotrado en la pared de mi cuarto. Lima era mi madre, porque en Lima estaba ella, ahí fui por un par de semanas. Linda me llamo por teléfono y fui feliz de escucharla, y por primera vez en nuestra atropellada relación sentí amarla y sentí que ella también me amaba, no iba a consultar a nadie, sólo sabía que nos amábamos. Hablamos de muchas cosas, entre ellas el de mi retorno y yo le conteste: "muy pronto”, luego de ello escuche decirle: "te extraño", yo no lo podía creer, pero era cierto, nos extrañábamos y nos deseábamos. Una vez más volví a reflexionar a cerca de esta situación que ya estaba iendo lejos y creo que hice un balance de nuestra relación. Primero, entendí que Linda me amaba, porque no había otra explicación. Segundo, comprendí que yo también lo amaba. Ahora ¿Cómo puede pasar esto?. Volví a inducir mis hipótesis y obtuve que: Linda me amaba a pesar de estar con el pata ese, eso significaba que su relación bien o mal no era suficiente estimulo para consolidar su amor, por lo que fui la otra alternativa. Por otro lado, yo era un idiota o un completo estúpido que había caído en las redes de Linda, pero yo no lo culpaba. Con Linda ni siquiera habíamos hecho el amor, sólo lo imaginaba aunque eso no fuera importante para mi, y creo que ahí esta la explicación de lo hermoso que era nuestra relación, no teníamos porque llegar al sexo, porque como dice. Luego se hace rutinario, aburrido e inexplicablemente para el hombre una necesidad biológica, es decir; es como ir al baño o ponerse los zapatos. Probablemente las cosas se pintaban así para Linda, aunque debo hacer otra confesión, Linda sentía los mismos deseos que yo. Entonces pensé, ¿Cómo? y de nuevo a concluir ideas acerca del porqué sucede esto. Cuando el amor aparece es evidente que la consumación de tal sentimiento termine con el acto sexual, o como románticamente le dicen: "hacer el amor", claro que tomando anécdotas universitarias podríamos indicar que el sexo ocurría, en la esquina, en el baño de la discoteca, en las carpas de camping, etc., pero el caso de los amantes, ¿Existe? y aunque muchos no estarán de acuerdo, estas demás tapar los ojos cuando todo el pueblo lo práctica, sino dime tu, porqué todos buscan amantes, porqué muchos hombres son mujeriegos, porqué muchas mujeres buscan a otros hombres, porqué se hacen insultar como perros y perras, porqué tienen malos pensamientos como Linda. Además, en ton todos los países del hemisferio norte lo practican y por no ir lejos, acá, en los bares de las calles céntricas o cercanas a la plaza principal, también se practica con mucho entusiasmo, con mucha emoción. Entonces el amor es cosa sería, el sexo es el ápice, el pendiente que se acumula en los mejores recuerdos, sería cojudo llorar por ello ¡no creen!, se debería llorar por las caricias tiernas e impredecibles, por las miradas, por los detalles, por las ilusiones...
Volviendo a mi caso, podríamos compenetrarnos con el amor y con la idea de volver a mi ciudad, ilusionado quizás por verla de nuevo, luchar con nuevas alternativas, quizás él, la olvidaría, la detestaría, la dejaría y se iría a mi lado y yo empezaría a trabajar, a ganarme los panes necesarios que ya podía hacerlo si es que las circunstancias lo ameritaban...
Otro aspecto eclesiástico y puritano en torno al tema económico que debemos subrayar, es el cómo aparecía el dinero en esta injusta sociedad y en esta injusta confesión, para el tipillo, sin comentarios, para mi Linda un despliegue de actividades cronometradas que concluían en reverendas monedas que muchas veces me salvaron de apuros, un billete de diez soles era el punto equidistante de un bello y futuro recuerdo, para mi, un hijito de papito y mamita más, enfatizando por supuesto que yo ya había liquidado parte de mis aguinaldos del puto hostal donde radique por más de un año y el cual merece otro apartado que no lo mencionaremos acá por el momento.
Bueno señores y señoras llego el momento de contarles el climax de nuestra relación con Linda, el punto de inflexión al margen del tema económico, del amor, de petulancias exhaladas por bocas ajenas a nuestros encuentros de amoríos. Muchas personas sabían que yo me entrometía con Linda, muchos de ellos aceptaban y otros que nos trague la tierra decían, una parte de ellos se vacilaba porque creían que era algo pasajero y si que tenían razón, otra parte de ellos me trataba de cojudo y si que también les di la razón, porque eso era, aceptaba el melocotón que otro masticaba y que yo sólo bebía del jugo que caí por la epidermis del mordisco. Así que llego el día en que nos encontramos y nos dimos un agarre que no contemplo el tiempo, la gente, el mundo entero, las huevadas que pensaba, nos entregamos mutuamente con mucha reserva y timidez, me enseño la inquietud, el apuro, el así nomás, me regalo una foto suya y yo como que me dejaba sentir en la corriente y dejarme llevar, no apresure, ni quede pasmado, sólo encumbre los mejores pasajes a los futuros recuerdos, inclusive cuando lloró, lo tomé con calma, y no caí en desesperación, había sentido gran parte de su cuerpo, y como el melocotón se masticaba, yo también lo mastique, claro que después que se rayo la flaca, preferí devolver parte de los masticado. Debo secretearles que fui feliz, tan feliz que el resto de remordimientos por parte de Linda me tenía sin cuidado, su llanto que obviamente no era de felicidad sino de infidelidad me dieron una señal de que Linda volaba de Sur a Norte pero terminaba estrellada en oriente. Me amaba, me odiaba, se odiaba, creo que ni se amaba a sí misma. Un paréntesis a esta situación crearía en mi el proverbio antiguo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" que lo recordé pero que no era necesario tomar nota de su incidencia. Primero ámate a ti mismo, creo que le dije; y ella en pleno llanto acomodó su infranqueable ser al holocausto de su trascendental vida. Nunca le hice sentir mal tratándola de tonta, tampoco le inquirí tantas verdades como fueron necesarias, excepto cuando llego el día que teníamos que romper con esta cantaleta.
Linda me siguió amando. En mis cumpleaños me regalo un chompa, el resto del día es sólo imaginación para vuestra mentes, me aseguré que continuase así por muchos días más y en la misma proporción clave una daga en mi austero corazón que no fue nada fácil hundir y más aún, sacarlo, porqué llego el día que todo termino, nada dura para siempre y Linda y Yo conjugamos lagrimas obscenas, absurdas y llenas de inspiración en una calle que de lindo no tenía nada, de aburrido tampoco, una vía de doble sentido, regada a cada bando con casas enhiestas como mi ciudad lo deseaba, garantizaban que este encuentro era humano. Linda me dijo: "ya no más" y yo no pude aguantar el dolor en mi pecho...
¿Entonces Ud. lo sigue amando?
Después de todo, debo confesar que si. Es una forma diferente de amar, algo que vas entendiendo poco a poco, no podía volver a verla y si logre verla por unos minutos ella terminaba por echarme o decirme que no le molestase porque lo nuestro no podía ser. Yo aceptaba hidalgamente, pero no se imaginan que me paso, fui el hazmerreír de todos por mucho tiempo, el resto es una enfermedad que le ocurre a todos los hombres cuando a uno lo chotean, te vuelves estúpido y te pones a llorar, a no comer, a pensar, volver a llorar cantando una canción cojuda, volver a pensar en ella, volverte loco de mierda y así sucesivamente, disparas miradas al horizonte, ubicas nubes, montañas, palomas en los techos, árboles en distintas partes, gentes caminando, tu entre toda esa muchedumbre y lo peor de todo, estas solo, solo entre tanta gente, solo entre tus amigos, mil personas hablándote y tu con la soledad entre mil personas, ni el perro ni el toga te entienden, ni tu hermano, ni tus libros te ayudan. Todo apunta a estar ciego, a hundirte como barco en plena guerra que ya fue tocado más de diez veces y sólo queda morir con honor.
- ¿Y Porqué estás acá?
Porqué dicen que intente matarla.
- ¿Cómo?
Después de varios meses de locura, me la encontré en la calle y le metí un lío que no se imaginan, y ustedes dirán ¿porqué? y yo les contestaré que Linda iba tener un bebe, pero no lo tuvo, la muy sin vergüenza lo había asesinado o había dejado que lo asesinen, la muy sin vergüenza dejaban que la manipulasen como una marioneta, no tenía amor propio, era una secuela de daños, un sin fin de ideas, Linda perdió los papeles por completo por aquél tipillo y decidieron evitar el embarazo. Es necesario decir ahora, que el bebe no era mío, era del tipo y de linda, porqué imagínate si hubiera sido mío, no estaríamos aquí para contarles todo lo que me paso.
La encontré caminando, campante y feliz y yo recordé el día que nuestra relación termino, y en aquella conversación existió un bebe de por medio, por eso me fui y la aborde con locura y le dije unas cuantas verdades, y ella llamó a la policía y aquí me tienen, metido en un calabozo, ya voy dos mese y pueda que este más porqué me gusta el lugar o porqué me traten de loquito. No quiero saber nada de ella, ni de nadie...
Ustedes son ahora mis compañeros de celda, lo que me queda por el momento.
- Sr. Matón
Una voz escuchamos, y era para mi.
- Acerquesé de inmediato
Y yo me acerque y me dijeron que aliste mis maletas y me preguntaron algo acerca de computadoras.
- En el acto señor, conteste.
Y un compañero de celda me dijo:
- Oye loco estamos en el cuartel no en el calabozo.
- Para mi es igual - Conteste
- Qué cuartel ni que cuartel, estamos en el culo del mundo, dijo mi pata.
Aliste mis cosas, entre ellas la inseparable foto de Linda que lo observé por unos segundos, el billete de diez soles que ella me dio y la chompa cuello "v" que me regaló el día de mi cumpleaños, acomodé todo en la "chimola" y salí corriendo.
- Presente, dije.
Y me acomodé en la fila de los que iban “no sé a donde”, porque ese era la fila que el Sr. Capitán lo llamó.
- Nombre de chapa.
- Loquito, Señor. - Dije en voz alta.
- Especialidad
- Computadoras y triangulaciones amorosas
- Carajo déjese de huevadas. Un paso al frente.
Di mi paso al frente junto a otros estúpidos y el Sr. Capitán nos dijo que nos iríamos para la mismisima mierda, o sea a la guerra, pero no iba yo agarrar fusiles sino computadoras y hacer algoritmos para interceptar claves, me dijo que llevará lo necesario, si es posible su cerebro nada más, a lo que yo proteste, porque deseaba llevar una foto, un billete de diez soles y una chompa y el Sr. Capitán se cago de risa, me mando a la fila que se llamaba "los que se van no sé a donde".
Nos recogieron a las trece mil horas y amanecimos en una selva tupida, donde los mosquitos me jodían por todo lado, ya habían entrado a mi cabeza, a mi oreja, a mis pies, llegue a un apartado dentro de la tierra, un cuarto subterráneo, envuelto en la maleza, donde no llegaba el sol y en cuyo interior sonaba el eco de frecuencias extrañas, radios en onda corta, había mapas, sentaderas de madera y algunas computadoras portátiles.
Allí pase los siguientes veinte días, trabajando, aniquilando el tiempo al compás de Linda que me seguía a todas partes, ya nos habíamos encontrado en el río, en la trocha prohibida, ahí nos amamos desesperadamente, ahí la contuve mientras la lluvia caía y la humedad se hacía cándida. En cada lugar escondido la ubicaba, luego la atrapaba, le deshacía el cabello entre risa y sonrisa, terminábamos en el suelo alfombrado de hojas secas, mojadas por la garúa, ahí nos contemplábamos unos minutos y luego corríamos hasta el río donde nos quitábamos la ropa y donde nos amábamos como amantes seguros. La atrapaba entre mis brazos y sentía lo que muchos sienten: AMOR.
El último día que estuve ahí me encontré con el ingeniero en sistemas y le di todo mi trabajo, en la tarde ya volvía a mi ciudad que me extrañaba, aquella ciudad que todo le di y que todo me dio.
Volví nuevamente a la celda, la celda que encarcelo mi corazón junto a la imagen de Linda.
Y una pregunta apareció al instante:
¿Qué piensas?
Al amanecer la costumbre se hizo.
Al anochecer el suspiro fue, porque un joven sentado vio que el día se iba como aguas de río corriente abajo.
Cuando el día es imposible, cuando la noche es incomprensible para el idiota que ama y se pierde en un abismo de recuerdos ...
¿Cuanto amas a esa mujer?...
Willkanina 2002



No hay comentarios:

Publicar un comentario