miércoles, 7 de septiembre de 2011

ENTRE LA RAZON Y EL CORAZON




Es descabellado sentir nostalgia por la vida que te deja, que se lleva momentos preciosos, recuerdos imborrables, detalles imperceptibles. Esta es mi vida que se entrego a los avatares y a las tormentas, al desasosiego y llanto, a la ilusión y al deseo de estar siempre en vértigo.
Todo estaba bien por los linderos de la casa, había crecido entre maderas y muebles, entre la disciplina y las horas de la tarea. Había observado el televisor solamente los domingos y el resto de la semana la veía apagada y bajo candado, es que mi padre tenía la política de la diversión y el entretenimiento rigurosamente estrecha. “Acá en esta casa se estudia” –solía decir- Por lo general siempre veía a mi padre con atuendos que significaban trabajo. El se trasladaba constantemente como un ave migratoria que respeta las paradas. Tenía el perfil de un tipo alentador, aún en estos tiempos mantiene todavía la aptitud encegadora de ir adelante, de todos modos la vida le ha enseñado mucho. ¿Cuánto quisiera tener el ahínco de dar un paso adelante como él?
Creo que mi debilucha forma de asimilar los sentimientos lo herede de mi madre, ella me entrego al cielo azul del lugar donde vivimos, nos vio crecer a mi y a mis hermanas, nos apaciguo en lo maternal que es jugar con una madre como niñas de parque. Las cosas con ella de todas maneras fueron los cimientos de nuestras aptitudes. Mi madre debe poseer el don del perdón y la alegría porque no vi mujer alguna que haya luchado por ir adelante con todas nosotras, incluso con mi hermano, el pequeñuelo que llego después de muchos años. Cada uno de nosotros tomó las circunstancias de la vida con el correr de los años, especialmente las mujeres. El colegio, los amigas, los problemas en casa, los problemas de la calle, el problema de ser mujer. Cada día aparecía un problema que decoraba nuestra vida, y esto por supuesto lo hacía interesante. Podría describir a mi forma de ver a todos estos actores de mi vida, pero no lo haré, porque Papá y Mamá se merecen mi respeto y mis hermanas y hermano son ríos de cuencas diferentes y al momento no tengo el mapa exacto para describirlos. No obstante; ni yo misma sé como soy. Pues, yo me sentaba en lo alto de un mirador donde veía un amontonamiento de maderas y había aprendido a cubicar el volumen de carga que llegaba y que se destinaba a la venta, es decir; participaba del control del negocio de la familia a muy temprana edad. Era muy joven cuando todo parecía ser una rutina obligatoria, tareas impostergables. ¿Quién pensaría pues en ver a un niño, a un chico o aún hombre?
La idea era y creo que sigue siendo el objetivo de ser algo en la vida. Quizás Papá quiso siempre un hijo varón como su primogénito, talvez con él las cosas hubiesen sido diferente. Eso no lo sabemos. Sin embargo, la personalidad de las niñas a veces avanza hacía el encanto de ser apachurrado por los mundos internos que posee. Un sin fin de preguntas, un atolladero de inquietudes, como por ejemplo; el primer beso que recibí de un chico, aquél inolvidable pico que todavía lo recuerdo y que me hace vivir, que todavía me quema calorías y me entrega al tiempo sin medidas. A veces me arranca un suspiro, me hace perder la mirada y tras volar a vuelo razante, todavía puedo observar el lugar donde me lo dio, puedo recuperar lo que sentí, puedo rebobinar en una película, sus ojos, su mirada, sus cabellos. El apareció un día y yo sabía que la vida de las niñas es totalmente diferente, fueron creadas para sentir una corriente eléctrica cada vez que una persona del sexo opuesto les moviera el piso y les tenga en jaque. Es decir, ser sometidas a destiempo y a vicisitudes calvarias. Particularmente me sentí atrapada por el detente de sus manos, me hizo concebir algo que nunca había sentido, aún todavía lo recuerdo. ¿Dónde estarás?
Quizás Papá desearía que seamos varones para no estar pensando noventa y cinco por ciento del tiempo en estos escollos y turbulentos caminos de la vida, para no tener que cargar con el sufrimiento y la debacle que puede causar un varón. Quizás Papá ya estaba de vuelta con el tema que para mi recién comenzaba. Claro que sí. Yo no podía aceptar ser enamorada de nadie, eso estaba prohibido en casa, no, no, no. Yo tenía una vida por delante. Fue entonces, que vi a la familia en un grave aprieto, algo se derrumbaba y estaba pasando por mis narices. Algo caía y yo no quería ver, es que a veces pasa un problema inherente a ti y tú no aceptas, tú te dejas llevar, arrastrar como lava volcánica que aplasta todo a su paso y no pide permiso. Y es que en la casa como en la calle los problemas están para recogerlos.
Yo seguí creciendo, eso supongo a pesar que hoy en día mi horizonte físico diga lo contrario (una sonrisa). Tuve que cuadrar la idea de que me hacía mujer, es verdad; en el colegio aprendí a leer y escribir, un habito que todavía práctico, en el colegio me entregue a todos los formalismos: el uniforme a cuadros, los cuadernos forrados con papel lustre color azul, rojo, verde... el cabello amarrado, agarrado, trenzado, la falda larga y más larga, las bromas, en el colegio aprendía la amistad aunque las mejores amigas las tuve fuera de ella. En el colegio aprendí lo que es una juerga, la primera vez que tuvimos que comprar una botella de Ron y que nadie se atrevía ha hacerlo, recuerdo que pasamos horas para poder decidirnos quién lo compraría y es que tanto era el miedo o el roche que no podíamos hacerlo, sin embargo; terminamos embriagadas, fue mi primera vez que bebí, fueron los mejores momentos que se dieron, eso sí, sin hombres, valga la aclaración porque estudie en un colegio para señoritas y eso es con todas la letras bien puestas, ahí aprendía a ser una señorita, bueno con todas sus limitaciones, no todo te lo enseñan, lo demás se aprende a golpes o a lagrimas.
Aquellos tiempos fueron muy especiales para mí, hubo problemas y momentos difíciles pero fueron felices a final de cuentas.
Después de la sincronizada vida que llevamos como regla social, aceptando la infancia como viene, los paseos, las risas, el trabajo de tu familia, es decir; el negocio o negocios, los problemas de pareja, las separaciones, el llanto, el descalabro familiar, la aceptación de que algo falla en este matrimonio que ya no es ejemplo sino viaje a la aventura, donde tienes que tomar las mejores decisiones cada día, fue que me hice mujer. Mis pasos se hicieron dulces, mis cabellos flotaban en un color negro, me di cuenta que mis ojos se hacían pequeños, dibujaban un color negro cuyo fondo iba acompañado de espejos, mi sonrisa se hizo liviana y luego conjugante con mis muecas, la tez de mi rostro empezó a cambiar necesitaba de tratamientos estilísticos, algo que no aborrezco sino que lo encuentro necesario, hoy en día motivo de criticas y observaciones.
Todo estaba cambiando, eso era evidente. Es por eso, que el siguiente paso era decidir que hacer a continuación, como sigue el asunto. Pues, nadie sabía exactamente como sigue la situación de ir hacía adelante, para mi el objetivo de superación me es intrínseco, es otra regla más que cumplir. Yo nunca me salí de la línea, cuanto hubiese querido ser rebelde, cambiar el contenido de mi ropero, el vocabulario formal, aunque debo reconocer que he introducido algunas palabras nada del otro mundo, pero eso si, no me arrebate fui aceptando que tenía que hacer algo, es decir; continuar con esta vida plagada de reglas y objetivos. Claro que, así nomás llego el amor.
Yo llevaba una vida con lineamientos racionales pero el encuentro con el amor fue todo un shock, un santitin de elucubraciones, una cháchara de cosquillas, y es que nosotras afrontamos esta delicada situación con vaivenes y anécdotas, con algo que se llama sentimientos. Mi vida estuvo por primera vez entre la razón y el corazón.
Una vez que comprendí que en esta ciudad necesitas de trabajo para sobrevivir, dilucide que los estudios estaban creados para este objetivo, así que decidí incursionar en lo que sea, ya estaba en la universidad, en el instituto, ya estaba trabajando en la biblioteca, ya era promotora de lapiceros, ya estaba en tiendas de regalos, ya estaba en un hotel como: ¡recepcionista creo! Y pues, en esta vida tienes que trabajar porque dicen: “que quién no trabaja, no produce”. Este parafraseo me incomodaba demasiado y yo no podía ser parte del lodo, yo debía cambiar ciertas aptitudes. Vi crecer a mis hermanas cada una con mundos diferentes, vi venir a mis sobrinos algunos en el seno familiar, otro entre bullas y altercados, no, no, no, yo no podía seguir en la lista, lo mió sería diferente y como dios manda, vestido blanco, un buen mozo y lindo partido, anillos de compromiso, etapas de enamoramiento, de noviazgo, intercambios familiares, pedidas de mano, consentimiento del padre, matrimonio esplendido con lista de invitados, una linda casa con perros de raza... todo de todo y por supuesto harto amor.
Y fue que un día conocí a él y él se hizo parte de mi vida, absorbió mis objetivos, me incluyó en sus planes, me despertó con un beso en la mejilla, me dijo: “te amo” y yo le contestaba: “yo también”. Apareció la chispa, el brillo, la ilusión que produce los sentimientos. No era niña por supuesto, ya era mujer pero sin experiencia en estos linderos, entonces, tuve que aprender, aprendí de él, de él me enamore y a él si le di todo, mi primer beso apasionado, mis primeras caricias que iba aprendiendo, le entregue mis primeros suspiros, el deseo de verlo, se fue yendo todo de mi hacía él, entendí que con él haría una familia, con él sería el futuro deseado.
Sin embargo, la vida nunca te enseña todo, es verdad; había aprendido a sentirlo parte de mi, el timbre de su voz, aguda por cierto, sus mescolanzas taciturnas cuando reniega, su capricho y raciocinio, la solemnidad familiar apegada al amor que tenía hacía los suyos. Y es que todo se iba juntando en un bosque de dirimencias y responsabilidades, lo que no podía aprender, era como sienten otras personas, como saben cuando decidir que el único fin es él, no podía rescatar experiencias porque no los había y me di cuenta que mis aptitudes eran muy dóciles, volubles como dicen los psicólogos. Yo sentía que lo amaba y si no hubiese sido por estas reglas sociales, posiblemente hoy ya sería madre de varios hijos. Intente ir adelante con todo lo que es ser feliz y de momento me dijeron: “hasta acá nomás”. Caí en un abismo de infelicidad, me sentí un desparpajo del tiempo. Fue ese motivo que destruyo parte de mi corazón y se enredo entre el cigarrillo y el alcohol, llego el instante donde tienes que buscar explicaciones ya sea con el amigo, amiga, padres, hermanas, calle, barrio, bar, noches, almohadas o con el volumen de lagrimas que tienes acumulado en el pañuelo, donde no puedes resistir y te entregas al llanto, al suplicio, a la humillación, al ruego, al desenfreno y por último intentas olvidar y buscas el clavo, el que tiene que sacarte de este lugar, el que debe darte alivio y consuelo, buscas y buscas y a veces aparece, a veces se va.
No es que por lastima escriba o por furia despotrique pero es que él era mi mundo, era mi vida, era todo. ¿Cómo haría para olvidarlo? Pues, no lo hice, no podía y me entregue al vino y a la cerveza, a la juerga. Así nomás conocí al chico de anteojos, el me estaba cambiando la vida, me estaba mostrando nuevas experiencias, con el todo sería diferente, pero cuando estaba a punto de amarlo volvió a aparecer él y entramos brevemente en un triangulo.
Los detalles no los podré contar debido a la prudencia y a la discreción ¿Quién diría que volvería no?
Dadas las circunstancias de una vida paupérrima en el amor me atreveré a confesarles que yo no sirvo para esto, me es vagabundo, me arrastra a la inoperancia, me domina, me aturde, me hace obsoleta, me debilita como metal maleable, me atropella como a gato y me deja agonizando en la esquina, me deja en estado cata tónico, me envía a viajes inter espaciales, me vuelve el capitán Raymer o el galáctico versión femenina, me convierte en caricatura de animes japonés, en canción de los 60’, en arbolito de otoño, en migaja de pan para pobres, me transforma en estupida, en una payasa de circo de pueblo joven. Para mi el amor es una ciencia cuya hipótesis me eleva a status de teoría sin descifrar y tras una aplicación del método hipotético deductivo me arroja al nuevo problema que sigo siendo yo. Esta confesión que les informo debe suceder a un sin fin de mujeres, no creo que sea excluyente, soy parte del circulo, soy el punto equidistante del infinito, soy el conjunto vacío sin explicaciones, soy el axioma perdido en el campo trigonométrico y en el vector de mi corazón, soy la ley de la termodinámica que explota en laberintos de escándalos o en lenguas de fuego, soy la lagartija con ojos inmóviles y de fácil captura. Disculpen por echarme flores y masacrarme sin escrúpulos, es que el desfogue debe ser éste cochino papel, este sucio cuaderno que lo escondo en el diván de mi madre, donde nadie se acerca, mucho menos él ni el otro, uhmm; No saben como busco un momento libre para agarrarme con mi cuaderno y en una lucha titánica, en un tira y afloja, en un vicio peor que el cigarrillo o el trago entramos en un entripado de dos viejas que se chismean todo o de viejos que discuten de política. Ya nos conocemos mi cuaderno y yo, nos reímos juntos, gritamos, peleamos, discutimos como placeras de mercado. Ella me comprende y me da fuerza para continuar en esta sinfonía de alegrías y lagrimas.
El día que apareció él, porque dizque se había enterado de mi clavo empezó su show reclamándome: el porque le había cambiado, porqué estaba caminando con otro tipo, porqué no respetaba el momento de amor vivido, de que para mi era fácil olvidarlo y de que yo no servía para respetar un “nos daremos un tiempo” y de que finalmente quería mandarlo a la mierda a él y que le estaba sacando cachita, que me quería vacilar que no estaba dispuesto a aceptarlo. Es obvio que después del berrinche que me hizo, se apaciguó y empezó la cantaleta de la victima, del hombre arrepentido, del inocente el incrédulo, del tipo que dice no saber ¿Cómo pudo actuar así?, del tipillo que dice estar arrepentido de todo, de que ahora en adelante será diferente, me hizo el teatro con arrodillada y todo, con moco y saliva, con sigueteo por la calle, me hizo el show de las flores, los bombones, los suspiros, las paradas en la puerta de mi casa, la escena del perro arrepentido, el plantón y el sueño sembrados a la intemperie, tuvo que pisar fondo, y así lo perdone, tuve que hacerme la idea de olvidarme del chico de anteojos, con el solo había llegado a los besos, no había intentando ir más allá, así que no me arrepentí de mucho, excepto que él me amaba con toda su alma según las malas lenguas.
Bueno una vez más intente rehacer mis objetivos aquellos que ya eran sociales, históricos, antropológicos, histéricos, amargados, dolorosos, etc. Y entre la razón y el corazón tenía la idea de que a cada día tenía que buscarle un sentido, una alternativa, un juego, a cada día le indicaba que me lleve por un vericueto diferente, por una celda helada o un callejón oscuro y yo me enfrentaba a guijarros y a querellas de todos, y es que el me amaba y me juro por todos los cielos que me amaría por siempre, hecho que todavía le creo.
En la casa todo cambio, papá continuaba con el trabajo de siempre, mi madre aprendió a aceptar a mi novio y la puerta para él se abrió de para en par a partir de ese día, así que encamine mi vida al tesón de vivir acompañada por días, semanas, meses, años, de momento aparecieron mis amigas y el deseo de salir a bailar, a caminar, a reír, a chismear, a mirar a otros chicos, otros cabellos, ojos, caritas, pies, zapatos, miradas, uhmmm. Andamos de noche, anduvimos por las noches y me encanto, claro que si, no puedo negar a mi cuaderno, más aún cuando mi amiga de cabellos largo me escogió para ser su compañera de ideas, de paseos, de parrandas y por su puesto de estudios. Ella salpicaba como gotas de lluvia en una avenida, intentaba ser delgada o estar en su punto, idealizaba la belleza, la presentación o el ego, uhy! Caramba no lo sé! Desde que la conocí me fue simpática y trivial, ahí ¡pobre! No debo rajar de ella, a final de cuentas es mi amiga, pero siempre hay cositas.
Intentamos trabajar, lo hicimos, nos acapullamos en regocijos de valor, nuestra vida tenía que tener sentido y la empezó a tener, un deseo increíble de acabar la carrera universitaria, o sea; la razón, un deseo increíble de trabajar, o sea; la razón, un deseo de salir a las calles acompañados, él me adoraba y yo cambiando de opinión, de cara, de sentimientos, me di cuenta que necesitaba de experiencias sentimentales, o sea; el corazón, pues era algo que me tincaba, me atontaba, pero lo controlaba y en vista que este tratado trata del amor me limitaré solamente a sus mescolanzas, sus acuchillamientos hacía mi.
No podemos dejar de pensar que son dagas que te clavan y que mueres de a poquitos y es que con él todo era rutina y no se si me gustaba, lo que si sabía era que no disfrutaba, me estaba volviendo un robot y no había forma de evitarlo, mi cuerpo caería en alguna tentación, lo presentía solo que no sabía cuando y lo peor no sabía si estaría preparada parta tal embiste.
Unos años después, la universidad acabó para nosotras, mi amiga y yo decidimos ir por caminos diferentes en el grado y unidas en lo nuestro pero no resulto y terminamos haciendo el grado y conociéndolo a él, el que cambiaría mi mundo, el que arrebataría mi corazón, el que me haría volar, el susodicho, el hombre que perturbo mi vida. Los avatares comenzaron con él, los suspiros comenzaron con él, las nuevas experiencias comenzaron con él. ¿Y Cómo es él? Tiene unos ojos lindos, eso es suficiente, porqué él llego y pinto el cielo de tono azul para mi, una eterna melodía en mi, se hizo presencia necesaria, me busco y me tomo a besos suaves, a veces delicados y por momentos tranquilos tratando de esconderse en mis cabellos me di cuenta que no era un sueño, era real, lo abrace y busque sus labios y nos besamos en un tiempo desleal, en un entorno irreal. Desde ese día para mi particularmente las cosas cambiaron, me fui de pique, navegue en río claro, azul, caudaloso, lleno de curvas, de colores, de momentos turbulentos, de momentos mansos, me hundí por segundos preciosos, me deje arrastrar a los remolinos ahogándome en su huayco de besos, me caí en sus corriente y fue arrojada a la orilla cientos de veces y cientos de veces fui tragado a su cause, el tiempo pasaba y yo en este río vivía feliz, me entregaba a sus movimientos, a su agua, a su sabor, a sus cambios, a sus sonidos, me dejaba llevar por sus bravura, su imaginación, sus recovecos, y me acostumbre a su cuenca solo que me estrellaba con rocas y caía por sus cataratas cuya combinación disipaba espuma y belleza. Sentí que el amor se explicaba de inconmensurables paisajes... y me pregunte: ¿Qué estoy haciendo?
No puedo hacer estas cosas, estoy mal, no, no, no; lo mío es estar con el prometido o sea con él y no con el otro, pero quién entiende al corazón. La razón siempre busca cuestiones lógicas y en este caso no las había.
Después de zozobrar varias veces, salí del río muy liberado de angustia intente retomar el curso del camino, debo confesar que no lo logre, estuve desarrollando una defensa con trincheras y camuflajes, negándome inclusive a la existencia, al canto y a la desazón de vivir flagelada, es que, él un día se encontró con el otro, ¡casualidad dicen! Yo no les creo, no los vi juntos, excepto a metros de distancia y es que ya habían hablado y como podemos suponer el tema principal fui yo. Estoy segura que no me lo esperaba y me atreví a suponer que mi destino se jugaba por la ruleta de estos dos guazeñudos. Hablaron de mi y supe que mi corazón palpitaba y que yo me iba por el desdén de la curiosidad, parece que por fin mi vida entraba en vértigo, en suspenso, por fin quería experimentar los entredichos que sucedían con parejas infieles y no es que a golpes acabará todo entre los dos, sino a saludos y despedidas....
No tuve que analizar mucho para darme cuenta que el de ojos lindos me daba su tiempo y daba en mi otras escalofriantes formas de amar y es que la verdad lo amaba y deseaba por todos los cielos que el sintiera lo mismo, y bueno que hacer, no sabía como luchar por su amor, no tenía ni la menor idea pero deseaba que me amará y dejar definitivamente a él, de lograrlo sabría la formula de tan exitoso brebaje y sería inmensamente feliz.
Después del encuentro, él y el otro se despidieron y yo tuve que hablar con ambos, sabía que estaba enredada en una tela de araña y deseaba saber como des hacerme. Supuse que si me embarcaba nuevamente en la canoa que surca el río claro, azul, estaría perdida y creo que eso indicaba el corazón o los impulsos o la libido, no lo tenía claro.
Los días que vinieron fueron bajo la cruz de la duda, los celos, los dimes, las discusiones que vinieron a ser diarias, toda consideración mía, todo concepto, toda idea, toda decisión tenía que ser sustentada y yo no servía para mentir, sentí que me derrumbaba y comenzaron los días donde luchaba con la razón porque estuve bajo el dominio del corazón y éste me tenía en el piso. Mi mente se bifurcaba con la imagen del otro y mis días fueron los más intensos que se pudieron vivir en estas circunstancias.
Buscar con la soledad la respuesta exacta me era imposible, sólo me quedaba jugar con algunas variables: el odio, el desprecio, los celos; y los puse en práctica, no me dieron resultados efectivos excepto los celos. Mis celos vinieron a ser mi arma principal que me hizo sufrir pero que me ubicaba donde debía estar, gracias a mis celos luche incansablemente con la razón porque debemos aclarar que si siento celos es porque amo y por lo tanto es problema de corazón. Deseaba odiarlo al otro porque se llevaba parte de mi corazón pero no podía. Sabía que con solo verlo y escuchar su voz en el futuro sería inmensamente feliz, eso yo sabía y me di cuenta no muy tarde que el corazón estaba triunfando y veía como derrotaba a la razón. No lo aceptaba porque yo me paraba a lado de los derrotados, de los caídos, ahí tendría que vivir, mientras que papá y mamá especulasen en su mente que yo estaba sufriendo, mientras mis hermanas y mi hermano me dijeran: “que haces”, mientras mi amiga de cabellos largos me dijera:”deja a ese medio hombre”, escuchaba: “es una persona mala”, “te va dejar”, “te esta utilizando”,”el de siempre te ama”,”el otro es una basura”,”solo desea pasarla bien contigo ese sin vergüenza”..... Y yo no escuchaba. Una vez más me sentí acorralado por el corazón, sin embargo un pequeño halo de luz brillaba en el horizonte, un destello de esperanza y felicidad, algo que no estaba en los planes, algo fuera de lo calculado y era que venía alguien, alguien que cambiaría mi vida, alguien que fijaría mis objetivos. Y es que no les puedo decir quién es, solo les puedo decir que llevará un lindo nombre.

Willkanina Noviembre.2006


No hay comentarios:

Publicar un comentario